Lic. Lupita:
Mis padres son danzantes, y desde hace muchos años toda la familia se
ha dedicado a bailar a la Virgen, especialmente en la Romería de Zapopan. Ellos
quieren que mis hermanos y yo seamos danzantes también. Yo he ido varios años,
pero mis hermanos no quieren ir. Procuré convencerlos, mas ellos preguntaron
¿de qué sirve ser danzantes si vivimos una vida sin Dios? Mi padre es
alcohólico y mi madre cree en la magia. Yo acabo de terminar mi preparación
para la Confirmación y sé que estas cosas son incompatibles con la fe católica.
Entonces mis hermanos tienen razón. ¿Vale la pena seguir la tradición si ni
siquiera sabemos lo que significa bailar a la Virgen?
Ernestina
G.
Querida Tina:
La juventud actual cuestiona nuestra falta de
congruencia como adultos. Reconozco que tienes razón al decir que una costumbre
piadosa es absurda cuando no se le da el verdadero sentido. Antonio Royo Marín
sostiene que la re-cristianización del mundo debe sustentarse en el tripeé de
los cursillistas: piedad, estudio y acción.
El Papa
Benedicto XVI promovió el año de la fe porque observó con claridad la falta tan
grande que nos hace renovar nuestra relación con un Dios que se nos ha revelado
y que nos ha dicho con amor lo que espera de nosotros. La verdadera piedad no
es un sentimentalismo barato ni puede quedarse en un formalismo de rutina, sino
que debe promover la auténtica vida de Gracia, consciente y creciente.
Existen falsos
conceptos de piedad que debemos erradicar:
- La piedad del cristiano no es una búsqueda de la propia salvación olvidando la salvación de los demás. Hay quienes se sobrecargan de novenas, santos, escapularios, procesiones… pero sus vidas transcurren entre errores de fe y elecciones morales erradas. Éste, tal vez, es el caso de tus padres, quienes hacen actos de piedad que lucen frondosos a los demás, pero carecen de su verdadero sentido y siguen presos de vicios dañinos
- No es la vivencia de una rutina que se practica como “amuleto de la suerte”. Algunos se creen muy devotos porque realizan prácticas de piedad que acaso están de moda, como las misas de viernes primero, o los primeros sábados de mes; o la misa de la Divina Providencia, romerías y peregrinaciones a diversos santuarios. No obstante, con imágenes de la Virgen y todo, acuden a adivinos o practican ritos de la Nueva Era, poniendo su confianza en otros dioses fuera de la Santísima Trinidad que nos reveló Jesucristo.
- No es farisaica. Muchos católicos se ufanan de ser muy fieles al rezo del Rosario, las novenas, la devoción a algún santo especial, y viven criticando a los demás, en una falta total de caridad.
Nada de esto es
una auténtica piedad. Por el estudio (mismo que tú acabas de vivir en tu
proceso de preparación a la Confirmación), conocemos el verdadero sentido de
estos actos. La piedad ha de ser un medio que nos ayuda, por ritos exteriores,
a perfeccionar nuestra vida interior. Todo aquel que acude a la Romería de
Zapopan, por ejemplo, debe comprometerse a una vida de Sacramentos, a una “vida
de Gracia consciente y creciente” (Royo Marín).
Acepta que tus
hermanos tienen razón en sus argumentos, pero pídeles que no dejen morir esta
bellísima tradición. No se trata de afirmar cómodamente: “lo hacemos mal y
dejaremos de hacerlo”; es mejor buscar la voluntad de Dios, que seguramente
inspira al esfuerzo heroico: “lo hacemos mal y podemos hacerlo bien,
¡preparémonos para darle a Dios lo mejor!”
Lupita Venegas/Psicóloga
www.valoraradio.org
Twitter: @LupitaVenegasDC
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