Muchas familias mexicanas nos dejamos llevar por la
moda y entramos al gran mundo de consumidores quienes, año con año, compran
todo tipo de enseres para vivir una divertida Noche de brujas. Los Medios de Comunicación se llenan de contenidos
de este tipo: brujas, monstruos, muerte, misterio nocturno, oscuridad, diablos,
zombis, etc. Y en los ambientes de niños, jóvenes y adultos se preparan las
fiestas de disfraces haciendo eco a todos estos temas de inframundo.
Sin saber lo
que hacemos, alentamos una fiesta pagana que se anticipa a dos momentos clave
en la vida de las comunidades católicas: el Día de Todos los Santos y el Día de
Muertos.
La palabra Halloween,
que viene del inglés antiguo, significa All
hallow’s eve, y quiere decir Víspera de todos los santos. Indica que se
trata de la noche anterior a una celebración eminentemente religiosa por la que
reflexionamos en la vida de los santos y meditamos sobre las virtudes heroicas
que vivieron
El Papa nos dice: “Al rezar por los muertos, la
Iglesia contempla, sobre todo, el Misterio de la Resurrección de Cristo, que
por su Cruz nos obtiene la salvación y la vida eterna. La Iglesia espera en la
salvación eterna de todos sus hijos y de todos los hombres”. El 2 de noviembre
oramos de forma especial por nuestros familiares y amigos que ya han muerto.
Pero este sentido trascendente ha ido perdiéndose. Las
sociedades estamos volviendo al paganismo. Hay una especie de tsunami de
agnosticismo que debora nuestros valores religiosos, con sus sanas tradiciones
y edificantes costumbres. Hagamos conciencia de que el Mal se presenta siempre
como Bien. La astucia del enemigo de Dios consiste precisamente en aparecer
como ángel de luz. Es tan agradable la tentación, que nadie sospecharía, sin
una buena formación, que detrás de ella se oculta una trampa de muerte.
Existen ocho fiestas satánicas importantes, y la más
alta de ellas es la fiesta de Samhain
o Halloween, del 31 de octubre, en la
que se conmemora el año nuevo satánico. Aunque nosotros no busquemos, bajo
ningún punto de vista, adorar a Satanás, sí estamos alentando el miedo (aunque
todo parezca un juego) y desalentando la fe.
No se trata de agredir a quienes practican estas
costumbres, pero sí de ser cristianos congruentes. Recordemos el principio que
dice: “Si alimentas tu fe, harás que tu miedo muera de hambre”.