Querida Lupita:
Necesito un consejo porque no quiero cometer un error. Tengo tres
hijos, pero el de en medio, con 15 años, me tiene descontrolada. Se fue de la
casa, y su debilidad son las peleas. Volvió después de seis semanas, pero se
niega a respetar nuestras indicaciones. Sale y vuelve hasta las 12 de la noche.
Mi esposo y yo platicamos de cómo hacerle para que no siga esta situación. Él
me propone que le digamos que si no respeta las reglas se vaya de la casa.
¿Crees que ésta sea una buena medida?
Aurora
Querida Aurora:
Es tiempo de reflexionar, como padres de familia, y
preguntarse por las causas que llevaron a su hijo a salir de casa. Hay casos,
desde luego, en los cuales, los padres son cariñosos y justos, y aun así, los
hijos deciden abandonar el hogar, debido a una libertad mal entendida o al
deseo de probarse a sí mismos. Sin embargo, en la gran mayoría, señala Carmen Christlieb, los hijos salen de casa
por:
- Incomprensión
de los padres, quienes se pasan la vida señalándoles las cosas que hacen mal,
sin reconocer que también tienen cualidades
- Choque de
generaciones, pues los padres no se forman ni se actualizan en temas de
educación, y quieren repetir antiguas costumbres, sin considerar su idoneidad
en los tiempos de ahora.
- Hogar sin
armonía, porque los padres no se soportan y discuten con frecuencia, se ofenden
y lastiman, haciendo un ambiente infernal.
- Inmadurez de los padres, quienes se comportan como adolescentes, cambiando de parecer según su estado de ánimo, haciendo visibles otras relaciones fuera del matrimonio, bebiendo en exceso, etc.
Cuando estamos desesperados, nos parece que no hay
salida y consideramos sólo los extremos: o nos aguantamos y permitimos que en
su libertinaje provoque daños graves a la familia, o lo corremos al decirle:
“Obedeces o te vas”.
Deténganse un
poco a considerar una gama de posibilidades entre estos dos extremos. Un hijo
adolescente en crisis, necesita, desesperadamente, sentirse valioso. Nuestra
respuesta normal es contraria a esta necesidad, y reclamamos, señalamos,
condenamos y condicionamos nuestro amor.
Es necesario ir
contra este primer impulso y recordar la verdad bíblica: “El Mal se ahoga en
abundancia de Bien.”
Si su hijo pelea mucho, será necesario comprender por
qué sucede esto (puede que sea víctima o victimario de bullying). Es probable que resulte imperante un cambio de escuela,
de vecindario o de ambiente en general. Hablen con él y asegúrenle que están en
la mejor disposición de comprenderlo. Propónganle un cambio; díganle que la
vida puede ser mucho mejor para él y que hay muchas opciones. Si se muestra
receptivo, pueden acudir juntos a recibir un consejo profesional.
Pídanle perdón.
¡Sí!, no es momento de amenazarlo, sino de confesarle que no han sido padres
perfectos y que les duele verlo sufrir. Confíenle con humildad que quieren
crecer junto con él. Esto es hacer familia.
El Libro Las 7 decisiones más efectivas para
destrozar tu vida, de Francisco González, es muy buena herramienta para que
lean ustedes y después lo compartan con su hijo.
Desde luego, no
se olviden de encomendarlo a su Ángel Guardián. Cerciórense de que su hijo los
vea rezar por él. Recíbanlo siempre con su Rosario en la mano y díganle hasta
el cansancio que lo aman más que a sí mismos.
Lupita Venegas/Psicóloga
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