Querida Lupita:
No
sé cómo expresar lo que siento porque no quiero parecer materialista y alejada
de Dios. Tengo un esposo muy bueno, que se ha dedicado a evangelizar, pero se
le olvida que somos familia. Nos casamos hace ocho años y tenemos dos hijos. Él
no trabaja porque dice que en cualquier empleo le piden al menos ocho horas, de
lunes a sábado, y luego no le queda tiempo para llevar la Palabra.
Como
es muy bueno para eso, dice que es lo que le pide Dios. ¿Sabes a dónde podemos
acudir por un último préstamo? Ya sólo debemos siete mil pesos, y yo estoy
segura de que si saco ese dinero en dos meses, puedo pagarlo.
Antonia
¡Hola Toñita!
Cuando el
Obispo vietnamita Van Thuan, extraordinario predicador, fue apresado y
encerrado por 13 años en las cárceles del Vietcong, preguntaba a Dios: ¿Por qué
me diste, Señor, el talento para predicar, y hoy me tienes aquí encerrado en
completo aislamiento? Dios le respondió: “Enamórate de Mí, no de mis obras”.
El Obispo
(quien llegaría después a Cardenal, siempre con la misma humildad), entendió
que no se trata de hacer en esta vida lo que uno quiere, sino lo que Dios pide.
Durante esos años, él aprendió a amar auténticamente al Rey de Reyes.
Hay hombres y
mujeres que tienen un talento excepcional para predicar y llevar la Buena
Nueva; pero, precisamente por esa facilidad, a veces, acaban haciendo las cosas
más por amor a sí mismos que a Dios. Es por ello que el Señor nos moldea, nos
curte, nos exige sinceridad en la entrega. No te preguntes qué quieres hacer
tú, sino qué es realmente lo que Dios te pide.
Un hombre
que ha formado una familia tiene una misión primordial: ser proveedor en casa.
Hoy la mujer ayuda; pero, al final, de cara a Dios, un hombre que ha engendrado
a un hijo se hace responsable de él. No puede traer hijos al mundo y dejarlos
crecer al garete. Si eres padre de familia, trabaja.
Sé apóstol
entre tus compañeros de trabajo, enseña con la vida que amar a Cristo es, antes
que nada, responder a sus planes con un sí sostenido, como lo hizo María.
Es
importante hablar de una espiritualidad equilibrada, cuidando primero la
familia. Esto significa que debes dar orden a tu vida. Como padre y esposo, has
de trabajar y esforzarte por cubrir las necesidades materiales, emocionales y
espirituales de los tuyos. Date tiempo para alabar, agradecer y pedir a Dios
sus bendiciones, así como para reparar por tus faltas a través de la oración y
el sacrificio. Pero, esto, en el marco del cumplimiento responsable de tus
obligaciones.
Y la esposa
ha de ser ayuda y estímulo para su compañero de vida. La economía se complica
cuando ella no hace un juicio de la realidad y gasta más de lo que ingresa.
Pedir prestado para pagar, y luego pedir prestado para pagar al último que te
prestó, es un juego peligroso. Acabarás endeudada y deprimida. Las deudas
crecen como espiral hasta llegar a un punto en el que no podrás pagar en toda
tu vida lo que debes. Los acreedores empiezan a buscarte y a amenazarte, y la
vida se complica en todas sus facetas.
Vive sin
pedir prestado. Administra lo poco que tienes sin gastar de más, cambia de
escuela, de barrio y de actividades si es necesario. No es más rico el que más
tiene, sino el que agradece lo que tiene y sabe administrarlo para bien.
Recuerda que el Señor afirma: “El que es fiel en lo poco, es fiel en lo mucho”
(Lc.6,10).
Lupita Venegas/Psicóloga
www.valoraradio.org
Twitter: @LupitaVenegasDC
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