Lic. Lupita:
Después de 16 años de matrimonio, buscando la manera de seguir juntos,
ya no puedo más. ¡Mi esposo me ha ofendido tanto!… Me llama “p…” todas las
veces que puede; cree que lo engaño: me investiga, me impide salir, me pregunta
constantemente dónde estoy y qué estoy haciendo.
Me prohíbe el celular, no me da dinero: él hace las compras, ya que
dice no confía en mí, y todo esto se hace cada vez peor.
La situación, obviamente, afecta
a mis hijos. Un fin de semana quiso llevárselos, pero dos de ellos se negaron;
entonces mi marido los amenazó con no darles dinero porque lo habían
despreciado, y que eso, para él, era como si ya hubiesen muerto.
Mi familia me ofrece trabajo y
ayuda, pero él no me deja ir, a menos que le deje los niños. Esto es una
tortura; siento que estoy volviéndome loca.
Ana María
Querida Ana:
Es muy probable que tu esposo padezca un trastorno
mental, llamado colopatía. Sabemos que los celos pueden ser normales en una
pareja; pero cuando son excesivos y se acosa al cónyuge con permanentes
reclamos, se trata de una violencia psicológica que no debe permitirse, incluso
cuando no hay golpes físicos. Esta forma de violencia solapada existe en
algunos hogares.
El maltrato psicológico se da cuando se desmerecen los
logros del cónyuge; cuando se le controla con celos enfermizos que le degradan;
cuando se desconfía, se insulta y se le falta al respeto habitualmente.
En palabras de Carlos Bellucci: “el maltrato
psicológico atenta contra la consideración, la confianza y el decoro que es
menester tener en las relaciones del matrimonio”.
La Palabra de Dios te invita a no permitir los abusos:
“Ni a hijo ni a esposa, ni a amigo ni a vecino, des poder sobre tu vida.
Mientras vivas y respires, no dejes que alguien te domine” (Eclo. 33,20).
Y el Catecismo de la Iglesia Católica contempla estas
dolorosas circunstancias en el Punto 1640: “Existen, sin embargo, situaciones
en que la convivencia matrimonial se hace prácticamente imposible (…) en tales
casos, la Iglesia admite la separación física de los esposos y el fin de la
cohabitación”.
Los celos son una razón por la cual la vida en familia
puede resultar imposible. Con frecuencia, las mujeres celadas entran en un
estado de depresión y ansiedad, que acaba desarrollando un cuadro de neurosis.
Se han dado casos de mujeres que optan por dejar casa
e hijos para iniciar trámites de divorcio, y esto es aprovechado por el cónyuge
celoso para acusarlas de abandono de hogar y falta de cumplimiento de sus
deberes conyugales. La guerra, entonces, se vuelve insufrible para la mujer.
Qué
tu experiencia sea un llamado de atención para todos los matrimonios. Los celos
excesivos no deben permitirse. La persona celosa se debe preparar explorando
técnicas para dominarse, y las personas afectadas han de poner un ALTO a
tiempo. Si el celoso no admite ayuda, la separación de los cónyuges, por el
bien de toda la familia, aparece como la decisión más prudente. Una buena
asesoría espiritual, legal y psicológica te permitirá ver con claridad el
camino a seguir.
Pero, en todo: caridad. Es con serenidad como irás
dando pasos por el sendero correcto. Haz lo que provoque el máximo bien para
los que amas, y esto redundará en bien para ti misma.
Twitter: @LupitaVenegasDC
Facebook: www.facebook.com/LupitaVenegasOFICIAL
Facebook: www.facebook.com/LupitaVenegasOFICIAL
Correo: desdeelcorazon@valoraradio.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario