miércoles, 8 de octubre de 2014

SI BUSCAS AMAR, TE ENCONTRARÁ EL PLACER

Lic. Lupita:
 La Directora de la Secundaria nos mandó llamar porque estaba sucediendo algo con mi hijo. Él y otros compañeros se masturbaron en el salón de clases delante de algunos alumnos. Varias de sus compañeras dieron la queja a la Dirección. Cuando estaba narrándonos mi hijo lo que había sucedido, estaba llorando, avergonzado. No podía verme a los ojos, ni a su papá. Al llegar a la casa, mi esposo y yo no sabíamos qué actitud tomar con él: si castigarlo, regañarlo, o qué. Hablamos con él respecto a que estuvo muy mal; que es una falta de respeto hacia él y a sus compañeras; que él tiene una hermana y no le gustaría que le hiciera un compañero de ella lo mismo que él le hizo a las demás; que es su privacidad; que nadie tiene qué enterarse de lo que hace con su cuerpo. Mi pregunta es: ¿hicimos bien en no sancionarlo y sólo hablar con él?

Mamá desesperada




Queridos padres de familia:

Hoy se dice que la sexualidad humana puede vivirse de tres formas: integrada, infantil y/o perversa. La primera forma hace referencia al ejercicio de una sexualidad armoniosa, que busca el bien del otro, que involucra la entrega por amor. La segunda, infantil, se refiere a la búsqueda del placer personal, caprichoso y egoísta -“quiero mí bien, sin importarme el del otro”-; y la tercera forma busca directamente hacer daño a la persona con la que se tiene la relación.

Ciertamente esta clasificación muestra la manera en que está ejerciéndose actualmente la sexualidad. Karol Wojtyla sostiene que para que una sexualidad sea realmente humana, debe ser integral. Se involucra la persona con todo su ser: inteligencia, voluntad y afectos participan en este acto, maravilloso e importantísimo, a través del cual puede generarse la vida.

La nueva cultura sexual ha separado placer y procreación. Existe una serie de conceptos modernos que son verdaderos eufemismos para banalizar la sexualidad y reducirla a un medio para obtener gozo. Con esta ideología, se ha sostenido la industria pornográfica millonariamente. Nuestros hijos jóvenes son los principales consumidores, y a ellos se dirige una cantidad impresionante de estímulos eróticos: películas, canciones, juegos, series televisivas, material gráfico y en video, a través de las nuevas tecnologías.

Es imperante que los padres hablemos a nuestros hijos acerca del verdadero sentido de la relación sexual, que tiene inseparablemente una doble finalidad: unitiva y procreativa.

Para padres católicos, interesados en transmitir la visión integral, les recomiendo el CD titulado: “Cómo transmitir educación sexual hoy” (Informes: 33434992).

Ustedes han tenido un gran acierto al no regañar, sino orientar a su hijo. Pero debo mencionar que han resbalado en el tema de la masturbación. Esta actividad no es algo que puede hacerse en privado sin consecuencias dolorosas. Recibo en consulta una gran cantidad de matrimonios con problemas en su vida íntima, debido al mal hábito de la masturbación, practicado por él (en algunos casos por ella), desde a pubertad. Puede que sea común esta práctica, pero no es conveniente. Un joven puede elegir vivir una sexualidad sana, sin vicios que le quiten serenidad. Hay mil actividades divertidas qué elegir, antes que auto-estimularse y alimentar así su egoísmo y aislamiento.

El Catecismo de la Iglesia Católica expresa, en el Número 2352: “La masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado. El uso deliberado de la facultad sexual, fuera de las relaciones conyugales normales, contradice a su finalidad”.

Y, al mismo tiempo, el Catecismo ilumina nuestro entendimiento al aclarar que “la relación sexual requerida por el orden moral es aquella acción que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero”.


Lupita Venegas Leiva/Psicóloga www.valoraradio.org          
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