Lic. Lupita:
Debido
a mi divorcio, que ocurrió hace cinco años, estuve alejado de mi hijo en una
edad crucial: de los 8 a los 12 años. Él presenta una drogadicción franca, ya
que empezó consumiendo marihuana a los 8 años. Mi esposa me responsabiliza por
lo que le está sucediendo, y quiero hacer lo correcto, pero no sé cómo actuar.
Mi hijo no quiere estudiar, no se concentra, está apático completamente, vive
para consumir. Estoy muy preocupado. Se mudó conmigo hace dos semanas.
Pido
que me oriente usted, por favor.
Juan Pablo
Estimado Pablo:
Sin
lugar a dudas, dentro de la familia el papá es muy importante. La ideología
feminista ha contribuido a que consideremos que una mujer puede sacar adelante
a sus hijos estando sola. Es cierto que muchas mujeres, siendo fieles a sus
valores y a su Fe, han enfrentado la vida de modo admirable, pero con serias
dificultades.
Nuestros
hijos necesitan de un padre y una madre para su desarrollo óptimo.
Estadísticamente
se ha encontrado que un padre presente en el hogar y cercano a sus hijos,
consigue en ellos:
Mayor rendimiento escolar.
Protección efectiva contra la influencia social
negativa, como el consumo de drogas y de alcohol.
Evita el comportamiento antisocial y delictivo en los
adolescentes.
La relación sólida entre padre e hijo se vincula a
menos depresión, menor actividad sexual en la adolescencia y disminución de los
embarazos prematuros.
Es por
ello fundamental trabajar por construir matrimonios sólidos, lo cual se
consigue preparándose con buenas lecturas, conferencias, cursos y talleres que
ofrece ampliamente la Iglesia.
En el
tema de la mariguana, hemos escuchado opiniones de todo tipo. Las películas y
series insisten en presentarla como una droga inofensiva, y los Gobiernos
tienden, en general, a promoverla, suponiendo ingenuamente que esto acabaría
con el narcotráfico.
Sólo un
padre que vive la tragedia de las consecuencias de su consumo en sus propios
hijos, sabe que un Gobierno no puede promover el Mal para la Sociedad.
Mencionaré sólo algunos de los efectos del consumo de marihuana (que es puerta
para el consumo de otras drogas):
Efectos físicos:
Insomnio.
Caries.
Alteración en los espermatozoides.
Efectos psicológicos:
Irritabilidad, personalidad violenta.
Depresión.
Ataques de pánico.
Reducción de la memoria.
Efector sociales:
Dificultad para relacionarse con los demás.
Pérdida de eficacia en el trabajo.
Dificultades en el cumplimiento de normas y
costumbres.
Es
verdad que hay casas donde se tiene la planta y se usa con fines medicinales.
Sin embargo, si hay venta en el mercado negro es porque existen los
consumidores adictos, y éstos, en su gran mayoría, son precisamente los jóvenes
y adultos que carecen de una estructura familiar sólida.
La
solución no es legalizarla, sino fortalecer a las familias, insistiendo en que
hagan lo que aquí te recomiendo:
Convive con tu hijo todos los días
Trata de conocerlo, hablar de lo que le interesa,
llevarle a partidos, espectáculos, excursiones, etc.
No juzgarlo, sino apoyarlo
Documentarte sobre su problemática y platicar con él
Establecer límites claros y cumplir con las
consecuencias ofrecidas
Acompañarlo a Centros de Recuperación especializados,
pero no “botarlo” ahí, sino involucrarte muy de cerca.
Algunos
padres me dicen que no pueden acercarse a sus hijos. No temas: abrázalo
estrechamente y dile, desde el fondo de tu corazón, que lo amas y que no lo
dejarás marchar al precipicio. Es tiempo de darle lo mejor de ti mismo.
Con la
ayuda de Dios, ¡todo es posible!
Lupita Venegas
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