Querida Lupita:
Ya son muchas las
oportunidades que le he dado a mi esposo para que deje el vicio del alcohol.
Nos ha humillado y lastimado cada vez que está bajo sus efectos. No le creo una
sola palabra cuando promete que va a cambiar, y ya no quiero perdonarlo; pero
escucho al Padre de mi Parroquia que me dice que hay que perdonar siempre, y
entonces no sé cómo estar bien con Dios y estar bien en la vida.
Azucena
Muy querida Azucena:
Para estar bien con Dios y con la vida, hay que
llevarlo dentro. Llevar a Dios en nuestro corazón significa buscar hacer Su
Voluntad en todo momento; dejar que Él gobierne nuestra existencia.
Un Párroco hace bien en custodiar la verdad
revelada por Cristo, que nos dice: perdona 70 veces 7; es decir, siempre. Lo
que dice el Sacerdote al que escuchas no viene inspirado en su criterio
personal, sino que, siendo fiel al Señor, nos da su Mensaje sin reducirlo. Y es
que con frecuencia confundimos el verdadero significado del perdón.
Perdonar no es solapar conductas destructivas,
como tampoco significa impunidad para el que lastima. Dios nos convoca a amar
con misericordia porque sabe que sólo en ella el alma crece. Tanto el que pide
perdón como el que lo da, se humaniza, se perfecciona, se hace semejante a
Cristo.
El perdón cristiano es una exigencia de
santidad, que lleva implícita nuestra mejora personal, y sus características
son:
- Perdonar todo a todos
- Inmediata e incondicionalmente
- Sin tomar represalias
- Devolviendo la confianza original
- Ahogando en abundancia de Bien, el Mal que me hicieron
- Siendo compasivo y misericordioso
- Hay que perdonar para crecer
Perdonamos porque queremos el Bien del ofensor
y, tratándose de un adicto, debemos poner límites adecuados de manera que el
otro se deje ayudar y salga de su esclavitud. Esto forma parte del perdón, pues
se perdona para crecer. La persona que elige la violencia y el vicio (no sólo
“cae” en esto), debe enfrentar las consecuencias naturales de sus actos para
recapacitar y corregir su camino. Si no hay consecuencias, nunca podrá entender
que su conducta hace daño.
Perdonas
porque amas, porque quieres dar un regalo y regresar Bien por Mal.
Impedir
que él siga dañándose y dañando a su familia, es procurar su Bien. Tú lo
perdonas porque no cobrarás venganza, porque no le deseas ningún Mal, porque
luchas para que viva con dignidad, y le tratas respetuosa y dulcemente. Sin
embargo, tienes clara la convicción de que nuestro Creador nos insta a vivir
una civilización de respeto y no de violencia, de construcción y no de
destrucción, de amor y no de muerte.
Debes
hablar con él. Con creatividad y ternura, le solicitarás que busque ayuda,
dándole un plazo razonable. De lo contrario, acorde a las recomendaciones del
Catecismo de la Iglesia Católica en sus puntos 2382 a 2386, la separación será
la medida conveniente cuando se demuestra que la convivencia es imposible, ya
que pone en grave peligro espiritual o corporal al cónyuge o a los hijos.
Y no
dejes de orar por tu esposo; ruega al Todopoderoso que disponga los medios y
las personas necesarias para que ocurra el milagro de una sanación total.
Conozco muchos casos cuya acción divina logró lo imposible. ¡Persevera en la
oración y en el amor, sin desfallecer!
Lupita Venegas
Lupita Venegas/Psicóloga
www.valoraradio.org
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