Lic. Lupita:
Soy
casada; separada desde hace cinco años; tengo tres hijos jóvenes que han rezado
mucho por nuestro matrimonio. Tuve un encuentro con Cristo y estoy tratando de
vivir una vida de acuerdo al Evangelio. Mi esposo es neurótico, alcohólico y
drogadicto, pero desde hace cinco años en abstención, buscando el perdón de la
familia. Nuestra relación fue muy difícil, llena de conflictos por sus
adicciones, por infidelidades y agresiones físicas. Reconozco que he sido una
mujer adúltera.
Tengo
una pareja en la que he encontrado apoyo, protección, buen trato. Sin embargo,
quiero retomar mi matrimonio. No sé qué hacer; me siento confundida. He
considerado regresar con mi esposo; ya hablamos y acordamos frecuentarnos para
retomar una relación diferente, y también convinimos en buscar ayuda
profesional. Tengo mucho temor y no sé cómo hablar con el hombre al que debo
terminar.
Alicia
Querida hermana mía:
¡Hay
fiesta en el Cielo!, ¡Dios Padre ha salido a tu encuentro porque has decidido
volver a casa. Ésta es la Buena Nueva, ¡la alegría de saber que todos podemos
resucitar con Cristo!
El Papa Francisco, en su Catequesis sobre la
Resurrección, meditó así:
“Por desgracia, a menudo se ha tratado de
opacar la Fe en la Resurrección de Jesús, e incluso entre los propios creyentes
se han insinuado dudas. Un poco de una fe de «agua de rosas», no es una fe
fuerte. Y a veces por superficialidad, otras por indiferencia, ocupados por
miles de cosas que se consideran más importantes que la Fe, o por una visión
puramente horizontal de la vida.
Pero es
precisamente la Resurrección la que nos abre a la Esperanza más grande, porque
abre nuestra vida y la vida del mundo al futuro eterno de Dios, a la felicidad
plena, a la certeza de que el mal, el pecado y la muerte pueden ser derrotados.
Esto nos lleva a vivir con mayor confianza las realidades cotidianas, a
afrontarlas con valentía y con empeño. La Resurrección de Cristo ilumina con
una luz nueva estas realidades cotidianas; ¡la Resurrección de Cristo es
nuestra fuerza!”
Sacúdete el miedo alimentando tu Fe. Conozco
decenas de testimonios de mujeres como tú, que han dejado atrás su vida de
pecado y han podido comprobar las promesas del Señor. Tú haces lo correcto, y
Dios bendice. Dejar una vida de adulterio es deseo del Señor; decidirte a
perdonar, es mandato divino.
No temas hablar con el hombre que fue tu apoyo
durante este tiempo; él es bueno y comprenderá. Esta decisión es dura para los
dos, pero conviene a ambos también. Ora por él y agradece por la oración de tus
hijos, que ha provocado esta auténtica conversión de tu corazón.
Es excelente idea acudir por ayuda, tanto tu
esposo como tú, ya que debes recordar que iniciar una nueva vida en Cristo
implica estar permanentemente haciendo la Voluntad de Dios. Él no desea para
ninguna mujer el maltrato, y será fuente de inspiración para que detengas ese
mal con creatividad y buenas maneras; pero no toleres un estilo de vida que te
lastima y que perjudica a quienes más amas.
Resucitaremos
tras la muerte física, ¡pero hay tantas ocasiones en que estamos muertos en
vida por haber roto nuestra relación con el Creador! Él puede devolverte la
vida de Gracia; vida plena, feliz y luminosa. ¡Basta que tú quieras
re-establecer tu amistad con Él!
Lupita Venegas
Psicóloga
Lupita Venegas/Psicóloga
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