Querida Lupita:
Tengo una amiga que me pide con insistencia que asista a un curso de
sanación con técnicas de la “Nueva Era”, y en especial del reiki.
Quisiera tener argumentos para decirle que eso me parece como magia, y
que, por lo tanto, no creo que se lleve con las verdades de nuestra religión.
Pero ella dice que yo puedo seguir creyendo y confiando en Dios, y que
cuando ellos hablen del “poder superior” yo mentalmente piense en mi fe. Por
otro lado, muchas personas me han dicho que se sienten muy bien con el empleo
de estas técnicas. Afirman que sólo se trata de otra rama de la Medicina
Naturista. ¿Sería correcto asistir a un Curso de éstos?
Marianela
Querida Mary:
Este tema es delicado e importante. Hay opiniones
encontradas dentro de la Iglesia, y por ello conviene ir a la fuente doctrinal
antes de dar un juicio superficial.
Es recomendable leer el Documento: Jesucristo, portador del agua de la vida,
una reflexión cristiana sobre la “Nueva Era”, que ha sido publicado por el
Consejo Pontificio de la Cultura y el Consejo Pontificio para el Diálogo
Interreligioso.
En él se nos presenta una visión general de la
espiritualidad de la “Nueva Era” y sus diferencias fundamentales con la
espiritualidad cristiana. El reiki,
entre otras prácticas, figura dentro de las opciones de sanación en esta línea
de pensamiento.
Por su utilidad y objetividad, presento algunos
argumentos publicados por el Comité Doctrinal de la Conferencia Estadunidense
de Obispos Católicos, con el nombre de Directrices
para evaluar el reiki como terapia alternativa.
El reiki es
una técnica de curación descubierta en Japón a principios del Siglo XIX por
Mikao Usui, quien estudiaba textos budistas. De acuerdo con la enseñanza del reiki, la enfermedad es consecuencia de
algún tipo de trastorno o desequilibrio en la «energía vital» de la persona. Un
practicante de reiki lleva a cabo la
curación al poner sus manos sobre el órgano enfermo para facilitar el flujo de
la «energía vital universal».
Aunque los partidarios del reiki parecen estar de acuerdo en que no representa una religión en
sí mismo, sino sólo una técnica, deben aceptar que sí contiene diversos
conceptos de tipo religioso.
Gran parte de la literatura sobre el reiki está llena de referencias a un
dios, a una diosa, al «poder de curación divino» y a la «mente divina». Y a
pesar de que algunas personas han intentado identificar el reiki con sanaciones de origen divino reconocidas por los
cristianos, se equivocan, pues la diferencia radical estriba en el hecho de que
para el practicante de reiki el poder
sanador está a disposición del hombre. En cambio, para los cristianos el acceso
a la curación divina se da sólo mediante la oración a Cristo como Señor y
Salvador.
Ni la Escritura ni la Tradición Cristiana en su
conjunto consideran el mundo natural como algo basado en una «energía vital
universal», que puede quedar sujeta a la manipulación por parte del poder
natural humano, de su pensamiento o de su voluntad. De hecho, esta cosmovisión
tiene sus orígenes en las religiones orientales y tiene un cierto carácter
monista y panteísta, en el que las distinciones entre uno mismo, el mundo y
Dios se diluyen.
Algunas formas de reiki
enseñan la necesidad de invocar la asistencia de seres angélicos o «guías
espirituales reiki». Esto introduce
el riesgo de exponerse a fuerzas o poderes malévolos.
Así pues, la decisión es tuya; sé prudente. ¡Los
católicos tenemos la perla preciosa! Si no estás firme en tu fe, no la pongas
en riesgo abriendo la puerta a un método aparentemente inofensivo de sanación
que ni es científico y que, a nivel espiritual, podría llevarte lejos del Dios
que se nos ha revelado.
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