miércoles, 12 de noviembre de 2014

GRITOS, NALGADAS Y DESCALIFICACIONES

Muy querida Lupita:

Cuánto desasosiego siento al ver a mis hijas maltratar a mis nietos. Ellos viven en mi casa, y por eso puedo darme cuenta y sufrir por esos inocentes.

Comprendo que ellas llegan cansadas y llenas de problemas, y no tienen cabeza ni corazón para educar a sus niños; yo también soy madre soltera y me arrepiento de mis errores, pero por más que trato que ellas los corrijan, no hay manera de hacerles ver que están mal.

En mi casa se escuchan groserías, gritos, y a veces se recurre a los golpes; y yo, sin querer, caigo en lo mismo. Ya no es posible seguir viviendo así; mas, ¿cómo convencerlas de que está mal lo que hacemos?

Joanna




Abuelita Joanna:

“Violencia engendra violencia”, reza un dicho popular español. Gandhi decía: “Me opongo a la violencia porque, cuando parece causar el bien, éste solo es temporal; el mal que causa es permanente”. Y Martin Luther King, defensor pacífico de los derechos civiles, afirmaba: “La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”.


Tú eres testigo fiel y sufriente. Yo no sé desde dónde viene la cadena de maltrato en tu familia; pero, desde luego, tus hijas viven lo que ellas antes aprendieron. Cuando un miembro de la familia logra darse cuenta de la falta de paz en el hogar, empieza un camino que lleva, sin duda, a una salida de esperanza.

Sabes que no hay fórmulas mágicas ni recetas rápidas. Los hogares se transformarán a la luz de la fe y de la razón. Dos alas verdaderas de la libertad.

 Por la fe, los cristianos sabemos que somos hijos amados de Dios y que las dificultades llegan para hacer de nosotros mejores personas. No nos preguntemos ¿por qué?, sino ¿para qué?

Por la razón, percibimos que una situación de violencia o de abuso de autoridad en casa es totalmente indeseable y gesta resultados desastrosos. Observar los momentos de injusticia, buscar en el pasado y en el presente el origen de estas actitudes, nos permitirá vislumbrar un camino de salida hacia la madurez, tanto de las madres como de los hijos.

 Una madre cansada y apesadumbrada acabará, invariablemente, por desesperar.

Qué importante resulta la ayuda de sus seres cercanos. Pero esta ayuda no debe ser tal que promueva o mantenga un círculo vicioso, sino todo lo contrario. Ayuda legítima que busque el crecimiento humano de nuestro ser querido. No es cuidando a sus hijos y haciendo los quehaceres como ayudamos a las madres solteras.

Más que eso, es necesario permitirles que busquen su crecimiento personal a través de cursos, lecturas, películas y otros medios. Ellas deben tener un espacio de descanso, una buena alimentación y crecimiento espiritual. ¡Imposible!, me dirás. Esa palabra sólo cabe en quienes no confían en el amor de Dios.

“Somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef. 2,10).

 Si es necesario desechar malos hábitos y crear buenos, hagámoslo. Sí es posible cambiar, y el cambio empieza por nuestra mente, vamos a albergar buenos pensamientos alimentándonos con contenidos que inspiren.

Una buena idea es escuchar en Radio las mejores opciones y, hoy por hoy, existen excelentes alternativas en Internet. Te recomiendo www.valoraradio.org , toda una escuela de superación personal y familiar las 24 horas del día.

 Pero la mejor idea es llenarse de la Palabra de Dios, fuente de Vida y Verdad.



Lupita Venegas Leiva/Psicóloga www.valoraradio.org          

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