martes, 13 de diciembre de 2016

NECESITAMOS ASPIRAR AL CIELO

Muchas veces cometemos errores que marcan nuestra vida. Quisiéramos dar un paso atrás y cambiar lo sucedido, pero no es regresando el tiempo como podemos cambiar nuestro presente y futuro; es mirando al frente y arriba como podemos levantarnos




La época en que vivimos, que los Sociólogos llaman hipermodernismo, se caracteriza por la falta de sentido. Dice Eduardo Pavaneti que como se ha quitado la fe y la moral católica de los pueblos y de las personas, desaparecieron la esperanza del Cielo y el entusiasmo por vivir las virtudes como ideal de la conducta humana. Así, ¿qué es lo que queda de nuestra dignidad?

 Si has cometido errores es porque has renunciado a tener un faro que oriente todas tus acciones. Mirar al frente y arriba es tener clara la meta a la que nos dirigimos. El problema actual es que no establecemos ideales. No sabemos a dónde vamos. Nos casamos, pero no sabemos para qué; tenemos hijos, y no pensamos cómo y para qué vamos a educarlos; encontramos la forma de obtener ingresos, para comprar de modo consumista lo que el mercado ofrece.

 Necesitamos aspirar al Cielo para vivir exitosamente. Dos hechos probados de la Naturaleza nos lo demuestran:

1. Hay una estrella única entre billones de ellas en el universo, la Estrella Polar, alineada con el eje de rotación del Norte de nuestro planeta. Todas las demás estrellas y constelaciones se mueven, pero esta estrella permanece fija y es posible verla siempre. También llamada Estrella del Norte, ha sido guía para los viajeros desde el comienzo de la Historia de la Humanidad.

2. Se ha demostrado que la gente camina en círculos, sin darse cuenta, cuando no tiene un punto de referencia. Un Instituto para la Cibernética Biológica en Alemania pudo determinarlo en un estudio realizado en 2009. Se pidió a numerosos participantes caminar por largas horas en el Desierto del Sahara y en el Bosque de Bielwald, llevando un GPS consigo. Cuando podían ver el Sol o la Luna caminaban en línea recta; pero cuando perdían estas referencias, invariablemente daban círculos, sin ser conscientes de ello.

En este preciso momento, cuando te das cuenta de que te has equivocado, necesitas definir hacia dónde dirigirás tus pasos a partir de hoy. Escucha esta invitación que hace Nuria Masot: “No permitas que la aflicción te invada; es el camino usado por el diablo para paralizarte”.

Reconocer el error y buscar superarlo es el primer paso… ¡Ya avanzaste el 50% de tu camino al éxito!: ya sabes lo que no quieres, ahora define lo que sí quieres, y cuenta con la ayuda de Dios, que celebra tu decisión.




Lupita Venegas

OLVIDEN LOS RESENTIMIENTOS

Se acerca la época navideña y, aunque estas fechas deberían ser de caridad hacia los otros, muchas veces tenemos que enfrentar a conocidos o familiares que nunca nos han mostrado aprecio o respeto. Por otro lado, es difícil adoptar el espíritu de alegría y fraternidad cuando somos víctimas de la injusticia que otros ejercen contra nosotros.




 A veces nos sucede lo que a los caminantes de Emaús: estamos tan desilusionados y nos ensimismamos tanto en nuestras penas, que no nos damos cuenta de que Jesús está a nuestro lado. Cleofás, uno de aquellos caminantes, demostraba su frustración al hablar de lo que ellos esperaban y de lo diferente que había sido la realidad.
Se quejaba y había amargura en su corazón, pues no le gustaba lo que vivía. Entonces, Jesús empezó a explicarles las maravillas que se habían obrado, aunque los ojos del mundo no pudieran vislumbrarlas
 A muchos de nosotros nos toca enfrentar injusticias; pero, créeme, aunque no entendamos a primera vista, Dios está obrando un perfecto Plan de Salvación para cada uno de nosotros. “Cuando Dios te talle y sientas dolor, no temas. Alégrate, Él está haciendo de ti un diamante. Dios no talla vidrio, sólo piedras preciosas”.
Si quieres responder a este llamado divino y convertirte en ese ser precioso, has de empezar por una nueva actitud que te permita contar tus bendiciones y tornar tu corazón resentido en uno agradecido.
Te comparto algunas claves para conseguirlo:
1.      Toma conciencia de que Cristo camina a tu lado. Lee y escucha su Palabra; medítala en tu corazón y pídele que aumente tu Fe.
2.      Mira tú presente y tu pasado como un don. Repasa en tu mente todas las cosas bellas que rodean tu existencia y céntrate en ellas, de tal modo que nazca la decisión definitiva de empezar una vida en ascenso.
3.      Quita las malas intenciones de tus familiares y de aquéllos que hasta hoy has considerado tus enemigos. Reconoce que ellos actúan de acuerdo a su forma de ver las cosas y no quieren expresamente tu mal; a veces es todo lo contrario, buscan hacerte un bien (tal vez han errado en sus métodos y formas por desconocimiento, ignorancia o terquedad)
4.      Ya no preguntes más “¿Por qué?” y resuelve encontrar las respuestas al “¿Para qué?” Recuerda aquel principio de crecimiento espiritual que sentencia: “Cuando Dios te da, es porque te quiere pedir. Cuando Dios te pide, ¡es porque te quiere dar!”

¡Vive una Navidad auténtica! Si estás dispuesta a dejar que Cristo nazca en tu corazón, olvida los resentimientos y abraza a quien más trabajo te cuesta abrazar; pide del Cielo la capacidad de “amar hasta que duela” y has sonar música al oído de quién te ha costado tanto trabajo tratar, diciéndole: ¡Te quiero!






Lupita Venegas

CUANDO CRISTO NACE EN EL CORAZÓN

Dice la Palabra de Dios: “Cuando un espíritu impuro sale de un hombre, anda por lugares secos buscando descanso; pero, al no encontrarlo, piensa: volveré a mi casa de donde salí. Cuando regresa, encuentra a ese hombre como una casa barrida y arreglada. Entonces va y reúne a otros siete espíritus peores que él, y todos juntos se meten a vivir en aquel hombre que, al final, queda peor que al principio” (Lc. 11, 24-26).





El propio Jesucristo nos advierte que si le hemos dejado nacer en nuestro corazón, no podemos abandonarle nuevamente, sin riesgo grave para nosotros mismos.

Javier Echevarría nos recuerda que el pecado nos degrada como personas por su condición de acto contra nuestra verdad, contra lo que verdaderamente somos y estamos llamados a ser. Todo pecado hiere al hombre, y vale la pena desandar ese camino y enderezar lo que estaba torcido. Esta es la penitencia que debemos hacer, y así purificarnos. ¡Hay tantos hombres arrepentidos de un pasado en el que hicieron mucho daño por haber actuado sin Dios! Se han encontrado con Él, y desean ardientemente empezar de nuevo, piden perdón sinceramente, pero sus esposas, y algunas veces sus propios hijos, no quieren perdonar ya. “Demasiado tarde”, les dicen.

Me pregunto qué pasaría si estas mujeres aceptaran encontrarse con Cristo también y escucharan, alto y claro, que Él se regocija en la reconciliación y la unidad. Pero nuestros días son testigos de la agonía del amor. Ahí está, pero no queremos amar. Amar es creer que podemos ser nuevos; amar es vencer los miedos para sentirnos fuertes y luchar una y mil veces; amar es mirar a Cristo y creer que todo es posible; amar es renunciar a los pensamientos catastróficos y elegir libremente el optimismo realista de Dios. Los pronósticos humanos denotan una especie de pesimismo que parece inspirado desde el infierno.

Este optimismo realista se refiere a que en nuestro corazón se alberga vivamente la esperanza de ser mejores -tanto nosotros como las personas y circunstancias que nos rodean-, y en nuestra mente está la convicción de trabajar por superar, no sin esfuerzo, desde luego, nuestros lastres. Es cierto que no podemos cambiar como por arte de magia, pero si en verdad Cristo nace en nuestro corazón, apreciaremos el milagro de una nueva actitud. ¡Una nueva mirada para todo!






Lupita Venegas

miércoles, 7 de diciembre de 2016

SER UN HIJO ESPECIAL

El Doctor José Martínez Costa, médico de niños y adolescentes, nos arroja algunas luces acerca de la timidez. Menciona que se trata de algo común en la adolescencia: el 80% de los chicos son tímidos esporádicos; el 40% lo es habitualmente, y sólo el 20% nunca ha manifestado timidez.



Hablando de un tipo de timidez selectiva, aquélla que se da sólo en ciertos ambientes, señala algunos síntomas:

1.      La persona huye de las situaciones que le son molestas.
2.      Falta de aplomo y seguridad en ciertos grupos.
3.      Taquicardia
4.      Intolerancia ante las bromas.
5.      Inseguridad, inhibición, desconfianza.
6.      Personalidad introvertida, delicada, generalmente con buena inteligencia.

Hay muchas razones por las cuales un hijo pudo elegir ser reservado con sus padres. Estos, deberán tener largas horas de convivencia para conocer sus motivos. He hablado con jóvenes que no son comunicativos con sus padres, y me dicen que prefieren no abrirse con ellos porque:
·         Se sienten juzgados;
·         no los dejan hablar sin ser interrumpidos y amonestados;
·         consideran que su opinión no es importante;
·         se sienten comparados; o
·         les molesta escuchar que les digan: “eres tan callada, eres retraída, ábrete, cuenta, etc.”

Aquí lo que importa para mejorar la relación, no es tanto lo que los padres consideran que han hecho, sino reconocer y validar los sentimientos de los hijos. Cuando decimos que uno de nuestros hijos es especialmente sensible, debemos creer que así es; su percepción se altera y probablemente ve crítica donde no la hay. Pero si creemos en lo que él siente y aceptamos sus comentarios en lugar de descalificarlos, podemos “entrar” a su corazón. La timidez no es un defecto, sino un rasgo de personalidad que puede ser pasajero en algunos casos.

Debemos hacer un esfuerzo, no por cambiar este rasgo, sino por “educar sus sentimientos”. Esto es lo que llamamos propiamente formación. Ellos aprenderán a explicarse las cosas de tal manera que no se queden inmóviles frente a los estímulos que reciben. El libro: Cómo desarrollar tu inteligencia emocional, de Carolina Gudiño, será una estupenda herramienta de trabajo para superarse.

Todos tenemos puntos fuertes y débiles. Aprendamos a reconocer lo positivo de cada uno de los miembros de la familia y colaboremos cuando se trate de apoyar a alguno a entrenarse en las áreas débiles.

Ya no más etiquetas, no más comparaciones. No es el bicho raro de la casa, sino la clave para unirnos más. Las carencias o dificultades de ese hijo especial nos ayudan a los demás a conocer nuestras fortalezas y creatividad para salir juntos, como un equipo unido, hacia una meta común. Todos propongan soluciones, manténganse cerca y muestren verdadero interés por ver mejoras.

Ante un hijo especial, o que está viviendo una situación especial… ¡vamos a hacer familia!




Lupita Venegas