Querida Lupita:
¿Cómo ayudar a mi esposo para que exprese su amor a mi hijo? Yo me
siento muy frustrada y dolida porque mi hijo me pregunta, entre lágrimas, por
qué no lo quiere su papá.
Mi esposo ha sido muy duro con él. Consiente a mis hijas mujeres, pero
con el varón es prepotente y desesperado. Mi hijo ya le contesta muy grosero, y
aunque no me gusta, pienso que se lo merece y que él se lo ha ganado.
Me parte el corazón ver a mi
hijo llorar, y no sé qué hacer.
¿Puedes darme alguna orientación?
Esmeralda
Querida Esmeralda:
Que la paz de Dios alcance tu
corazón y la luz de la esperanza ilumine tu camino. Solo un lago de superficie tranquila
puede reflejar al sol; si éste se remueve, es imposible que refleje algo, pues
permanece turbio hasta que vuelve la quietud.
Del mismo modo, el corazón de una madre no puede
reflejar el amor de Dios cuando está intranquilo. El primer paso ante una
preocupación, siempre será buscar la propia paz interior: oración confiada y
Eucaristía.
Haz lo que está en tus manos, y deja lo demás a Dios. ¿Y
qué está en tus manos?: ¿Puedes cambiar el carácter de tu esposo?... no; ¿puedes
comprenderlo?... sí. ¿Puedes orientar a tu hijo para que comprenda a su
padre?... sí; ¿pueden ambos orar por él y desear y procurar su mejoramiento
como ser humano?... sí.
Busca la razón profunda por la que él es duro con su
hijo. Puede ser que él mismo no haya tenido el amor de su padre; que nunca
experimentó la ternura, el cariño, la compañía de un padre amoroso. No tuvo un
modelo y no aprendió lo esencial: valorarse a sí mismo y a los demás.
Por otra parte, puede pasar que tu corazón sienta un
poco de complacencia cuando tu hijo es grosero con su padre. De algún modo
experimentas que “se lo merece”. Esto provoca que tu actitud no favorezca la
salud de la relación, sino que se estanque y camine lentamente hacia el abismo.
Parece ser que has entrado en un círculo vicioso: Tu
esposo es duro, tu hijo llora, tú te enojas, tu hijo se rebela, tú consientes
su actitud hacia el padre, tú lloras, y tu esposo sufre secretamente -por no saber cómo cambiar y mejorar las cosas… esto endurece su corazón-, tu hijo llora…
Para salir de un círculo de vicio, hemos de empezar a
andar por un círculo de virtud: No más resentimientos, sino comprensión. No
responder a las agresiones con otras. Ambos busquen cambiar sus actitudes y dar
al padre lo que necesita: reconocimiento y valoración.
Sé que parece paradójico lo que te digo. Puedes pensar
que es tu esposo quien tiene que darle esto a tu hijo, y no al revés. Tienes
razón en lo que buscas y yo tengo razón en la forma de buscarlo. Así nos enseña
Cristo: “El que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos” (Mc.
10,43). Si quieres ser importante para otro, hazle sentir que es importante
para ti.
Y, dirigiéndome a los padres en general: Sepan,
señores, que es fundamental para sus hijos que se comprometan en su educación y
éxito futuro, y para ello han de vencerse a sí mismos, romper cadenas de su
pasado y amarlos. Ser cariñosos, convivir con ellos, expresarles abiertamente
que los quieren.
Aprovechen estos días de penitencia para romper su
orgullo y acercarse a su hijo sólo para abrazarlo y decirle (incluso con
llanto): ¡Hijo mío, te quiero tanto!
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