jueves, 26 de marzo de 2015

AMOR Y SEXUALIDAD

Lupita:

¿Cómo seguir adelante con mis valores, cuando veo a mi alrededor a mis amigas hablando del sexo de una forma tan vulgar? Una de ellas nos contó que, al haber probado otras relaciones antes de su matrimonio, está sintiéndose insatisfecha con su esposo. Le ha dicho que él “no sabe hacerlo”, y el colmo es que le ha sugerido que aprenda con otras para que la haga sentir más placer en la cama. Ella es recién casada. Me siento impotente cuando veo que no se valora la fidelidad y que se malentiende la relación de los esposos en esta área. A veces creo que lo que he aprendido en la Iglesia está fuera de este mundo y que soy la única retrasada que sigue creyendo que el amor es de uno para una, y para siempre.
Sofía



Querida Sofi:

Los Medios de Comunicación han contribuido a distorsionar la esencia de la sexualidad humana. Una de las graves deficiencias que hemos tenido los padres de familia en los últimos años, es que no defendemos nuestras convicciones con el testimonio y con palabras convincentes. Creer en la fidelidad es algo básico para establecer sanas relaciones interpersonales, especialmente entre novios y cónyuges. El ser humano es mucho más que un animal; es absurdo pretender que sólo somos un puñado de instintos, sentimientos e impulsos.

Lo que nos distingue como personas son esas facultades superiores que sólo poseemos nosotros, creaturas hechas a imagen y semejanza de Dios. Somos seres capaces de pensar y reflexionar; capaces de ver consecuencias de forma anticipada y responder por ellas; capaces de entregarnos a otro ser humano por un sincero deseo de verle feliz. ¡Podemos amar!

Pero, si no nos “humanizamos”, si los padres no se aplican en educar para el amor a sus hijos, éstos crecen como eternos egoístas, que pretenden encontrarse con quien o quienes les procuren placer, incluso si hacen planes de matrimonio.

No quiero juzgar a tu amiga ni a tantos otros jóvenes que están convencidos de que el sexo sólo es para pasarla bien. Somos los adultos los primeros responsables de participar de la promoción del individualismo puro y de no presentar con firmeza y alegría la verdad sobre la sexualidad humana.

El sexo no está al servicio del placer, sino del amor, y es maravilloso descubrir que cuando se ama con el cuerpo, entonces sí que se conoce la profundidad de ese fin tan anhelado. Esto es: el placer no es el fin, sino el resultado de un acto de amor, vivido con intensidad.

Haz la prueba. Si en ese encuentro íntimo te decides a entregar todo tu corazón y expresas sin ambages: “Te amo, soy tuya, me entrego a ti como un don, como regalo”, y el varón, por su parte, hace lo mismo: “Te entrego mi cuerpo como signo de que te entrego mi alma; soy tuyo hoy y siempre; quiero hacerte sentir completa, amada, protegida…” comprenderás que no hay mejor afrodisíaco que el amor. En palabras de Víctor Frankl, padre de la logoterapia, “entre más se busca el placer por el placer mismo, más se fracasa en encontrarlo”.

Tu amiga está cavando la tumba de su matrimonio, pues nada demerita más el amor de un esposo que escuchar a su propia mujer humillándolo en lo más sagrado de su relación: el amor marital.


Lupita Venegas Leiva/Psicóloga www.valoraradio.org          
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AYUNOS LIGHT

Lupita:

Soy una madre de familia que quiere inculcar la fe en sus hijos, pero los tiempos actuales en nada me ayudan. Cuando les dije que debíamos ayunar, ellos me respondieron que eso ya era obsoleto y que lo importante, en todo caso, es hacer un sacrificio para recordar el sufrimiento de Cristo.

Yo no supe cómo defender esta tradición porque sus argumentos me parecieron buenos. Quienes ayunan u observan la vigilia comiendo pescado y camarones, me parece que no hacen lo que es realmente importante. Pienso que la Iglesia debería actualizarse para que todos acepten con más gusto vivir su fe.

¿No te parece?
Hortensia




Querida Hortensia:

Tienes razón al decir que no tiene caso ayunar o practicar la abstinencia si lo único que se consigue es comer deliciosos productos del mar. Siempre será mejor ofrecer un acto de sacrificio o de renuncia, teniendo presente el inefable amor de Cristo, quien se entregó a Sí mismo para abrirnos las puertas del Cielo. Pero hay que tener en cuenta que la Iglesia nos pide estas prácticas con un fin muy conveniente.

Convenimos en que lo que ahora está vigente es el hombre Light: aquél que desea las cosas fáciles y rápidas, el que huye del dolor y permanece en la búsqueda incansable del placer. Ese hombre, quizás, no niega su necesidad espiritual, pero quiere administrársela a sí mismo, sin acatar exigencias ni sufrir incomodidades.

Y así, cuando dices que la Iglesia “debería actualizarse para que todos acepten con más gusto vivir su fe”, tú también estás mostrando esa mentalidad light que ha inoculado a tantos seres humanos actualmente.

El ayuno es un acto de templanza. Ciertamente no es la suprema virtud, pero es el primer grado para ascender en virtud. San Gregorio Magno advertía: “Si no domamos al enemigo que habita dentro; a saber, nuestro apetito voraz, no nos hemos puesto de pie para entablar el combate espiritual”

La templanza cristiana es la virtud que modera y pone en orden sobrenatural nuestras pasiones. Quien se domina a sí mismo es plenamente feliz. La Iglesia nos pide hoy estos pequeños sufrimientos para evitarnos tormentosas tribulaciones después. El ayuno es un ejercicio de “sufrir, para no sufrir”; una mínima renuncia, que será un éxito conquistado después.

Jesús afirmó que hay demonios que no salen sino con el ayuno y la oración. ¿Qué no estamos viviendo las dolorosas consecuencias de tantas familias rotas, de la violencia e inseguridad, de las infidelidades, de las depresiones, de la devastación emocional por la práctica del sexo banalizado, de las injusticias por la pésima y egoísta distribución de las riquezas?

No tratemos, pues, de cambiar o minimizar la exigencia del ayuno. Entendamos sus maravillosos frutos y adentrémonos a vivir esta práctica con todo nuestro ser. San Basilio nos describe los efectos del ayuno, así:

“El ayuno da alas a la oración para que se pueda subir al Cielo.
Es la firmeza de la familia. Es la salud de la madre y el maestro de los hijos. ¿No veis cómo en nuestra ciudad cesan las canciones meretricias y los bailes impúdicos en cuanto nos dedicamos a ayunar?”


Tuve oportunidad de escuchar una meditación del Padre Romanovski (Sacerdote de la Comunidad de San Pedro Apóstol), quien afirmaba convencido: “Dios quiere que ayunemos, no para que seamos delgados, sino para que se nos quite el orgullo del corazón. Cuando sentimos hambre, gustamos nuestra nada y nos damos cuenta de nuestra dependencia de Dios”.



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miércoles, 25 de marzo de 2015

LOS CURSILLOS DE CRISTIANDAD

Querida Lupita:

En 2011 Tuve el gusto de participar contigo en el Cursillo de Cristiandad 357. ¡Qué regalo tan cercano al 10 de mayo fue esta experiencia para todas nosotras que somos madres!

Sentí deseos ardientes de cambiar mi vida; tuve un verdadero encuentro con Cristo, a mis 46 años de edad. Yo siempre practiqué la fe católica, pero sin ninguna conciencia de lo que se trataba en realidad, y hoy me siento como un bebé espiritual que acaba de conocer el alimento que lo hará crecer.

Pero tú sabes, Lupita, que el mundo sigue acechando, y desde entonces tengo miedo de volver a caer en lo mismo: una vida superficial, llena de chismes y maledicencias, obsesionada por el dinero y la belleza. En estos tres años, he sido consciente de mi deber de evangelizar en los ambientes en que me desenvuelvo, ¡pero me siento tan débil! Ayúdame a vivir mi “cuarto día” como Cristo y María quieren.
Rosa María













Querida Rosy:

Igual que tú, me siento afortunada por haber vivido esa experiencia. Un Cursillo de Cristiandad es como un curso comprimido acerca de lo que creemos y por qué lo creemos los católicos; pero, efectivamente, más allá de un curso académico, es una verdadera experiencia de Cristo.

La fuerza transformadora que ahí experimentamos las almas, viene, sobre todo, de la cantidad impresionante de palancas que se emplean a nuestro favor. (La palabra “palanca” es un término acuñado por el griego Arquímedes, quien hizo famosa la frase: Dame una palanca y un punto de apoyo, y moveré el mundo).

¿Cuántas personas hicieron oración para que nosotras nos encontrásemos con Cristo Vivo? Y no sólo oraciones, sino también ¿cuántos sacrificios ofrecidos? Además, todo el equipo de servidores y los sacerdotes que nos acompañaron, se dieron por completo a nosotras con un corazón ardiente, lleno del amor de Dios.

En ese año, durante el Cursillo 357, tuvimos la fortuna de contar con la presencia del señor Cura Efrén Tamayo Díaz (ex Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad) y del Padre Óscar Echeveste García de Alba, dos sacerdotes congruentes, quienes con mucho ingenio y alegría nos hicieron comprender y sentir las grandes verdades de nuestra fe, entre bromas y reflexiones trascendentes.

El Papa Benedicto XVI declaró que no podremos ser auténticos cristianos sin tener una experiencia real y personal con su Fundador, y el señor Cardenal Juan Sandoval Íñiguez sostiene que el Movimiento de Cursillos ofrece esta oportunidad de forma nítida.

Aunque después de esta experiencia, se nos advirtió en el propio Cursillo, podemos correr dos peligros: el primero, tiene qué ver con “creernos mucho”, y el segundo, con no creernos nada; mas, recordemos que con Cristo todo lo podemos y que la clave es mantenernos a nivel sobrenatural. Muchos compartimos tu sentimiento; pero, a la vez, tenemos el tripeé que nos habrá de sostener: Piedad, acción y estudio.

 Recuerda que hay una invitación abierta para convivir y acercar muchas más almas al Señor; y también, hay una invitación sincera de mi parte: ¡Vamos todos a vivir un Cursillo de Cristiandad!

Los interesados pueden llamar al 31 21 53 05 ó escribir info@cuartodia.org

De la revista De Colores tomo la siguiente motivación:

 “Si en el fondo de tu vida hay un sabor amargo; si quieres ser feliz y no te conformas con menos; no lo olvides, el Cursillo es para ti. No te imaginas lo que el amor de Jesús puede hacer en tu corazón”.


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miércoles, 18 de marzo de 2015

UNA RECONCILIACIÓN SOLO ES POSIBLE EN DIOS

Querida Lupita:

Quiero salvar mi matrimonio, pero parece imposible. Yo reconozco que he sido el culpable de todo. Mi esposa me confesó, arrepentida, acerca de una infidelidad (después de muchas mías), y yo me le fui al cuello y la lastimé.

Estoy arrepentido. Mis hijos están sufriendo porque ella se fue inmediatamente. Sé que he sido macho y que he cometido muchos errores, pero me siento sanado por Cristo: fui a un Encuentro y creo que puedo ser un hombre completamente nuevo.

 Le pido perdón sinceramente, y ella ya no quiere saber nada de mí. ¿Mi destino es perderla?
Alejandro M.



Estimado Alejandro:

Tu situación es un reflejo muy gráfico de lo que obtenemos cuando nos olvidamos de lo que es el amor. El mundo sufre por falta de amor; sin él las infidelidades se multiplican, la violencia prolifera, las rupturas matrimoniales abundan, los hijos se desestabilizan emocionalmente… la depresión, la ansiedad y el desasosiego parecieran gobernar la conducta humana.

Tu realidad presente es producto de tus acciones pasadas, y tu futuro depende ahora de tus acciones presentes. Considera que no es fácil creer que has cambiado solo porque acudiste a un Retiro Espiritual.

El hecho de que hayas agredido a tu esposa nos habla de que eres un hombre con dificultades para controlarse; puedo suponer que no fue el único episodio de violencia de tu parte hacia ella. No verá normales tus intentos de reconciliación. Compréndela y acompáñala en el conocimiento de tu “nueva normalidad”.

Con frecuencia, cuando una mujer cae en infidelidad, hay un vacío emocional que no está llenando su esposo, y aunque por ningún motivo se justifica este tipo de traición, pueden comprenderse las razones que la llevaron a ello.

 Al confesarte lo que ella hacía, buscaba, equivocadamente, ser honesta contigo. Como dar un grito de auxilio, con el que pedía que la vieras y amaras. Obtuvo, por el contrario, furia y desesperación.

Ahora es tiempo de detenerse y reflexionar. ¿Cómo has desempeñado tu papel de esposo? ¿Qué conductas debes modificar para obtener lo que anhelas?

Si has actuado con desesperación, llegó el momento para obrar con esperanza. Dale tiempo a ella para que vuelva a confiar en ti. Demuestra, con tus actitudes, que eres ese hombre nuevo que dices ser. El cristiano puede ofrecer sus sufrimientos, hacerse corredentor con Cristo y salvar a quienes ama, ejerciendo las virtudes del amor tan resplandecientes que nos presenta San Pablo: “El amor es comprensivo, el amor es servicial, no tiene envidias… no se irrita ni guarda rencor…disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites… (Cor.12, 31).

Te corresponde aceptar con serenidad y perseverancia las dificultades, las humillaciones y la desconfianza de tu mujer y de tus hijos. Ofrece todo “en reparación de tus culpas y por la unidad de tu familia”. Dios quiere la unidad, ¡Él diseñó el matrimonio indisoluble! Cuenta con su ayuda en esta intención de recuperar a los tuyos. David lo perdió todo cuando fue atacado Siclag, su pueblo… David consultó a Dios y confió en lo que Él le prometió: “Recuperarás todo lo perdido”.

Escucha esta voz alentadora y desoye la voz del mundo, que grita que ya no hay remedio. En medio de todo ese ruido, surge la palabra potente y fiel de Dios: confía.


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miércoles, 11 de marzo de 2015

GRANDES VENTAJAS AL IR DE MISIONES

Lic. Lupita:

Nos invitaron a ir de Misiones en familia, y aunque mis hijas y yo sí queremos, mi esposo y nuestro hijo, no. Ellos dicen que nos vayamos a la playa, y ahí buscamos una iglesia para hacer todos los Ejercicios, pero que no se les antoja ir a pasar incomodidades.

Nosotras queremos convencerlos, pero no hay manera. ¿Conviene que nos vayamos solas, aunque se enojen?
Ma. Cristina


Cristy:

El Santo Obispo Agustín de Hipona recomendaba tener unidad en lo esencial y libertad en lo opinable. Tú conoces qué tan unidos están ustedes y cómo afectaría a la relación el que ustedes se separen durante la Semana Santa.

 Estimo, desde mi muy particular punto de vista, que hoy, más que nunca, hay que fortalecer la unidad familiar. Lo que más acerca a nuestros seres queridos al Plan de Dios es nuestro testimonio cristiano. Considera como un don especial el que tu esposo acceda a ir a los Ejercicios de Semana Santa, aun estando en un centro vacacional. Hay muchos esposos que ni siquiera piensan en Dios en estos días.

Las esposas valoremos a nuestros maridos, apoyemos sus decisiones, en lugar de aferrarnos a nuestros deseos. Ir de Misiones es ir a llevar el Evangelio, y éste se transmite con la palabra y con nuestra congruencia de vida: amando.

Alfonso Aguiló nos advierte que en la raíz de las divisiones familiares está nuestro egoísmo: ese enfrentamiento entre mis deseos y los deseos de los demás.

En palabras del propio Alfonso: “Nuestro egoísmo, que siempre está presente, minando nuestra naturaleza, reclama de continuo la satisfacción de sus deseos. Y esos deseos interfieren con los deseos de los demás. Si no hay un propósito firme de respeto y de ayuda, la convivencia acaba siendo una pugna entre las pretensiones de unos y de otros”.

Ahora bien, ya que tu deseo es algo que agradaría a Dios infinitamente, pídele ayuda a Él, por intercesión de la Virgen María, para tener un diálogo abierto y respetuoso, en el que le plantees las maravillas que ocurren en las Misiones:

1.   Los miembros de las familias se conocen más y disfrutan mucho la convivencia que tienen durante ellas.
2.   Los hechos de los que serán testigos les ayudarán a valorar los puntos fuertes de sus propias familias.
3.   Los hijos se sensibilizan con las necesidades de los demás y dejan de ser superficiales, para ser profundos y agradecidos.
4.   Se ayuda de forma impresionante a detener adicciones y, sobre todo, a prevenirlas en las poblaciones que se visitan.
5.   La fe aumenta dándola, y en las Misiones ocurren verdaderos milagros de conversión; no sólo entre los misionados, sino también, sorprendentemente, entre los misioneros.
6.   Es un excelente medio de formación en valores para nosotros mismos como matrimonio y para nuestros hijos.
7.   Las incomodidades ofrecidas forjan nuestro carácter y nos dan entrenamiento para amar.

Puedes mirar videos y testimonios a través de Internet. La Iglesia tiene numerosos Movimientos que organizan Misiones; las hay en familia, para jóvenes, para adolescentes, etc.

Como esposa cristiana, haz el esfuerzo que te corresponde proponiendo gentilmente este plan, pero deja con generosidad la respuesta de tu esposo a la voluntad de Dios. Si él accede, sabrás que Dios lo quiere; si no es así, gánatelo, siendo una esposa ejemplar y apoyándolo incondicionalmente. ¡Sé misionera en casa!


Él notará tu disposición, y tal vez, ¿por qué no?, él mismo te plantee asistir como misionero el próximo año.

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miércoles, 4 de marzo de 2015

NADIE SABE EL MAL QUE HACE MIENTRAS LO HACE

Lupita:

Ya no se qué hacer. Tengo una angustia muy grande porque mi marido y mi hijo no se pueden ver. Mi esposo es alcohólico. Ha dado un ejemplo horrible a sus hijos toda la vida con su vicio. Pero ahora, resulta que uno de mis hijos embarazo a una muchachita, y mi marido lo corrió de la casa. Desde entonces, nuestra familia está dividida. Yo le he dicho a mi marido que si los hijos no hacen bien las cosas es por culpa de los padres. Por si fuera poco, me han dicho que mi esposo tiene otro hijo, y lo ha negado siempre; pero cuando se lo dije a mis hijos, se decepcionaron todavía más de su padre y le preguntaron porqué nunca se lo dijo a ellos. Yo lo que quiero es que mi hijo regrese, pero mi esposo no puede verlo, y creo que ya lo perdí.
María del Socorro



Coco:

Comprendo tu desesperación. Cuando llegamos a un punto en que ya no vemos la salida, es casi seguro que hemos ido tomando malas decisiones, una tras otra, ante problemas particulares. Y es que un esposo alcohólico siempre representa un problema y un desafío. Las esposas deben prepararse presurosas para saber ayudar en situaciones tan complejas. El amor sincero y los límites firmes son indispensables para sanar esta enfermedad y evitar la dolorosa co-dependencia que va generándose en ellas.

Puedo notar que tú pretendiste sacarlo de su vicio con reproches y reclamos constantes. Percibo tu frustración y coraje ante tantas escenas detestables, vividas frente a tus hijos. Hoy tienes el alma llena de resentimientos y deseos de cambiar el pasado. Ambas cosas son neurotizantes, pero hoy puedes tomar una decisión que te sacara de tu aflicción.

Tu esposo no es consciente al 100% del daño que causa con su esclavitud. El que se daña a sí mismo y a los demás con su conducta, puede arrepentirse de lo que hace, pero siente que no tiene control –por eso decimos que es esclavo- y minimiza las consecuencias de sus actos. Es como si, por un mecanismo de defensa, se colocara una venda en los ojos que no le permite ver el pesar que está causando.

A ti te pasa algo semejante. Al hablar a tus hijos de los errores y pecados de su padre, no ayudas en nada, sino que complicas todo. Sin querer, has ido envenenándoles el corazón, al grado de que existe odio en ellos.
    
     Pero nadie sabe el mal que hace mientras lo hace. Es por eso que Cristo perdono en las cruz a quienes lo sacrificaban. ¿Recuerdas? “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc.23, 24). Lo mejor para ayudar a un esposo alcohólico y a sus hijos es una triada extraordinaria: Amor, preparación y acción.

Amor: entiendo que cada ser humano necesita aceptación y valoración para poder superarse. No es con reclamos como logramos cambios, sino con cariño y reconocimiento a las cosas buenas que esa persona tiene.

Preparación: aprendiendo en qué consiste el alcoholismo y definiendo cómo se va a comprender al dependiente y de qué manera deben ponérsele limites.

Acción: Hablando con los hijos acerca de la enfermedad de su padre, que es, a la vez, enfermedad del cuerpo y del alma. Preparándolos para minimizar los efectos nocivos en sus vidas. Actuar comprendiendo, amando y empujando a la inevitable ayuda profesional y de grupo que deberá recibir.

Las estadísticas demuestran que las personas que lo gran dejar las adicciones, han tenido una familia comprensiva y cercana. Hoy, tú puedes cambiar. La angustia se diluye en confianza.

Empieza con oración. Acude a un especialista, lee, escucha y ve material que te permita comprender la enfermedad  y como enfrentarla con éxito.


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