miércoles, 25 de junio de 2014

ESTAMOS SUFRIENDO PERSECUCIÓN POR SER CRISTIANOS



Licenciada Lupita:

¿Cómo conseguir ser en estos tiempos un cristiano valiente?
 Yo soy un estudiante universitario, y cada vez que se tocan temas religiosos o polémicos morales, yo defiendo lo que el Catecismo de la Iglesia Católica señala sobre el aborto, las relaciones prematrimoniales, la infidelidad y el adulterio, etcétera; pero, al hacerlo, soy blanco de burlas y me siento discriminado. La verdad es que me pongo nervioso y me siento inseguro por no saber defender con argumentos contundentes aquello en lo que creo y, para serle franco, también lo vivo. A veces llego a dudar de si debo defender públicamente mi fe o sólo vivirla en privado.

Pepe






¡Hola, José!

No seríamos motivo de persecución si los católicos nos quedáramos calladitos y sólo nos limitáramos a asistir a Misa los domingos y después no hiciéramos vida el Evangelio. Si nos quedamos con un Cristo que no toma su Cruz y nos ofrece una vida sin esfuerzo, todos los que no nos toleran estarían felices.
Pero los católicos congruentes somos escándalo.
Predicamos junto con Cristo el amor genuino, el ser serviciales y generosos, el perdonar hasta el extremo. Con Él también promovemos la paternidad responsable (abierta a la vida) y los valores del respeto y la fidelidad en los matrimonios, entre otras virtudes.

Sabemos que es difícil, pero confiamos en la asistencia divina para acoger los criterios de Cristo. Nos fortalecemos con una vida espiritual plena de oración, meditación, dirección espiritual, apostolado y, sobre todo, con los Sacramentos de la alegría: Confesión y Comunión.


 Aquellos que no practican todo lo anterior, aunque se digan católicos, van acostumbrándose a mirar las cosas muy superficialmente. El mundo se hace práctico hasta en las ideas y, por todas partes, escuchamos clichés sosteniendo que los valores universales no existen y que debemos dar paso a una nueva ética mundial.

Una ética individualista que deduce que “lo que importa es que te sientas bien y que hagas lo que sientes”. De esta forma, siendo prácticos, podemos decir, por ejemplo:


1- Si mi relación de matrimonio es difícil, puedo romperla.

2-Si mi novio quiere sexo, lo complazco, pues nos gusta a los dos, y para eso existen los preservativos.

3-Si me embarazo, puedo tomar la píldora del dia siguiente y me desahogo de un compromiso indeseable, haciendo uso de mis derechos reproductivos.

4-Si puedo “echarme una canita al aire” déjenme hacerlo; en todo caso, ese es mi problema.

5-Si me voy “de antro” y me pongo “hasta atrás” es para pasarla bien; etcétera.

6-Algunos que se autocalifican como realistas, defienden con peculiar virulencia esta sentencia:

7-Hay divorcios, sexo extramarital, fraudes, traiciones, adicciones y violencia de todo tipo; acéptenlo. Eso somos; eso es realismo.

8.- Pero aceptar no es lo mismo que promover.

9.- Al decir que eso es realismo y quedarnos de brazos cruzados, hemos generado, entre otras cosas, mayor numero de divorcios, de abortos, las uniones homosexuales equiparables a la institución de matrimonio, la pornografía a todas horas y en todas partes, los derechos para las y los sexoservidores y ahora hasta la presunta legalización del consumo de drogas (total, eso es “la realidad”, ¿no?) Realidades todas, que en nada han mejorado ni edificado a la Sociedad, sino todo lo contrario

10.- Pepe: se cristiano valiente. Nada más real que el hecho de que estamos llamados a vencernos a nosotros mismos y a ser mejores cada día. Nada más real que el llamado inscrito en nuestros genes para desarrollar todas nuestras capacidades. Estamos hechos para realizar actos heroicos, y no para la mediocridad.

11.- Escucha la voz del mismo Dios, que nos pide llevar su Palabra a todos los rincones de la Tierra. Fortalécete, con los medios que he mencionado arriba y prepárate aun más.

12.- Si te critican, recuerda esta frase, cuya paternidad adjudican a Cervantes, y que en realidad corresponde a Goethe: “Ladran los perros, señal de que cabalgamos”.



Lupita Venegas Leiva/Psicóloga www.valoraradio.org          
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miércoles, 4 de junio de 2014

SANANDO HERIDAS EN LA FAMILIA

  

Licenciada Lupita:

Soy un hombre amargado, lo reconozco. Fui un niño maltratado; luego estudié, y considero que me superé. Posteriormente me casé para formar una familia.

Fui parte de un grupo juvenil de iglesia y eso me ayudó mucho. Tengo un negocio que atendemos mi mujer y yo, y de él sacamos adelante los gastos de nuestros tres hijos.

Sin embargo, considero que mi familia es aburrida, no tenemos nada en común, y aunque no nos faltan el trabajo o el dinero, vivimos medianamente bien y tenemos lo necesario, como que no lo apreciamos y no lo disfrutamos.

Yo creí haber superado mis miedos y dolores, pero parece que no es así.

Juan Manuel




Estimado Juan:

Una infancia dolorosa deja marcas imborrables. Cuando un pequeño no se siente amado, en su interior va formando la convicción de que no merece ser feliz y sigue buscando el maltrato, inconscientemente. Por eso es tan importante manifestar el amor que tenemos a nuestros hijos. Dominar nuestro carácter es vital para fomentar en ellos un sano auto-concepto y, como consecuencia, una sana auto-estima.

Tú has hecho lo necesario para superarte, pero debes trabajar en una “sanación interior” para liberarte de este sentimiento que te amarra al pasado, impidiéndote sentir la alegría de vivir.

Recuerda este principio, que será el motor de arranque para sanar tus heridas: “No importa cuán honda ha sido la forma en que te maltrataron. Tú puedes elegir tu reacción ante ese pasado y ser factor de cambio”

Para transformar tus sentimientos y acciones, debes esforzarte por modificar tus pensamientos. Todo sentimiento es precedido de un pensamiento.

Aprende la forma cristiana de ver la vida y troquela tu mente con ella. Hay verdades reveladas por Cristo que tienen poder sanador:

• Eres hijo de Dios; por tanto, tienes dignidad real.

• Eres amado de Dios. Él es un Padre amoroso que quiere lo mejor para ti. Dios permite las situaciones dolorosas porque sabe los frutos que cosechará de ellas. Te preguntas ¿dónde estaba Él cuando sufrías maltrato?

• Él estaba a tu lado. Lloraba contigo por el pecado del otro. Dios pone ante nosotros el bien y el mal. Él nos da libertad para elegir el bien y evitar el mal. Cuando olvidamos esto y queremos regirnos por nuestros criterios, Él respeta esa decisión y sufre porque sufriremos también. Es doloroso que pague un inocente, y para esto no hay explicación lógica. No obstante, tenemos la certeza de que Dios hace justicia perfecta y que Él recompensará con creces a los inocentes, a quienes llama “Bienaventurados”.

• Estás hecho para amar. Tu pasado ya ocurrió, y es “locura” -como dice el Padre Ignacio Larrañaga- intentar cambiarlo. Lo que tienes es tu presente y puedes transformarte hoy.

Cuenta tus bendiciones en positivo: tienes familia, trabajo, estás acercándote a Dios; ¿qué más puedes desear en esta vida? Valora las luces y deja de centrarte en las sombras.

Concéntrate en tu misión en esta vida: Amar. Dile al Señor con todas tus fuerzas: ¡Que mis hijos no recuerden su infancia como yo recuerdo la mía!

Comprometerte ante ti mismo y ante Dios, a “hacer familia”. Si tu familia es aburrida, necesita diversión. Si tu corazón está amargado, ponle miel. Tu familia te necesita.

Vayan de excursión, vean películas sanas juntos, invita a todos a un paseo diferente, compren cobijas y repártanlas entre los pobres, compren materiales para conocer más a Cristo, oren juntos.

San Juan de la Cruz nos exhorta a tener un vivo espíritu de lucha: ¡Donde falta amor, pon amor y… cosecharás amor!


Lupita Venegas Leiva/Psicóloga www.valoraradio.org          
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